Margarita : La Perla del Caribe Mar
La tarde se derretía en calor y humedad sobre Villacariño, la residencia estudiantil de Maracay. Era viernes, último día de clases del semestre en la Facultad de Agronomía de la UCV, y el ambiente olía a vacaciones. El cielo tenía ese tono espeso que precede a las tormentas, pero en el patio nadie se inmutaba. Allí, bajo la sombra de un viejo mamón, el ritual era sagrado: truco, risas y cervezas frías. La mesa era improvisada, las sillas desiguales y las cartas ya estaban gastadas. Pero nada de eso importaba. Los vasos medio llenos —o medio vacíos, según el ánimo— tintineaban al ritmo de chistes y anécdotas de prácticas rurales, apuntes, exámenes y madrugadas de estudio. Los ánimos, encendidos. Cada jugada se celebraba como un gol de final mundialista, con gritos que saltaban las paredes y provocaban carcajadas en los pasillos. Villacariño: de izquierda a derecha: Abelardo “Lalo” Noriega, Luis Lanza (+), Ignacio “Nacho” Quijada, Luis “Abuelo” Cruz, Joel Carrasco, Saúl Hernán...